Semana 1 en Panamá: Andrew Gross

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Después de dos días en Panamá sin ejercicio sabía que necesitaba hacer algo físico. Entonces fue una decisión obvia subir al Cerro Ancón, uno de los sitios más altos de la Ciudad de Panamá.  Situado 200 metros sobre el nivel del mar, la bandera panameña se puede estar visto desde todas partes de la ciudad. De hecho, sus medidas son de 15 metros por 10 metros, similares a las de una cancha de baloncesto. El Cerro es clasificado como un bosque tropical y reserva natural en donde hay un total de 199 especie de flora y más de 65 especie de fauna incluso mamíferos, aves, reptiles y anfibios. Aunque no se le guste ir de excursiones las vistas de la ciudad a la cima del cerro son vale la pena.

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Sin embargo, Cerro Ancón tiene significancia política también. El Cerro era controlado por los Estados Unidos durante los años de la construcción y posesión del Canal de Panamá. Se convirtió en una musa para poetas como Amelia Denis de Icaza para escribir obras que evocan sentimientos patrióticos. En su poema “Al Cerro Ancón” escribe del perdimiento del Cerro, como si fuera un amante. Afortunadamente para los panameños en 1977 el presidente de Panamá Omar Torrijos y el presidente estadounidense Jimmy Carter firmaron el Tratado Torrijos-Carter en que los E.E.U.U. le regresó a Panamá a su tierra incluso el Cerro Ancón. Por eso, el Cerro es un símbolo de soberanía panameña e independencia nacional. El Cerro Ancón recibe mis recomendaciones más altas.

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Hasta aquí yo había conocido muchas personas en Panamá, pero sola hay una con que tuve la oportunidad hablar extensamente. Cuando estuvimos en Taboga, durante almuerzo tuve la oportunidad de hablar con el amigo del tío de Alexandra. Con 80 años de edad, él parecía que solo tenía 60, pero su sabiduría y conocimiento probó lo contrario. Le pregunté sobre su vida y sus experiencias vivir en Panamá. El nació y creció en la ciudad de Panamá. Sólo hasta hace poco que se mudó a Taboga. Me contó todo sobre las islas en la proximidad de Taboga y el desarrollo del canal. Más específicamente, debido al hecho de que nuestro viaje sucedió cerca del 9 de enero, le pregunté sobre su experiencia en este día. Él me dijo que este día fue diferente a cualquier otro día que ha vivido. Recordó que después de la matanza de los estudiantes él vio tanques alineados las calles y soldados en cada esquina de la calle. Sin embargo, también dijo que después de la firma de los Tratados Torrijos-Carter, las relaciones turbulentas entre los Estados Unidos y Panamá cambiaron inmediatamente hasta unas de amistad. Además, hablamos de su niñez y el trafico implacable de la ciudad, tópicos más adecuados durante el almuerzo. No obstante, nuestra conversación fue muy profunda.

Para la semana que viene voy a tratar de aprender como enseñar las reglas de baloncesto para que los niños puedan jugar un partido verdadero. Hasta aquí solo hemos podido tirar el balón y nada más. Intento a escribir las reglas en un documento y aprender el léxico requerido para hablar del deporte. También voy a estirar mucho porque los niños son más atléticos que pensaba. Hay algunos que juegan fútbol al mismo nivel como los jóvenes en escuela secundaria. Por eso necesito practicar mis habilidades en la cancha local con mis vecinos. Quizás entonces habrá un partido en que estoy portero pero nadie, especialmente los niños, marcan en mí. Que ilusión.