Semana 2 en Panamá: Andrew Gross

Mientras la semana pasada fui a dos viajes grandes, decidí que esta semana sería dedicada a actividades a menor escala. Por eso encontré dos excursiones—todas gratis, mi tipo favorito—que están situadas cerca de la ciudad: Parque Omar y el Festival de Jazz.

 

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Después de un camino de una hora por barrios cochambrosas finalmente me encontré en el Parque Omar, uno de los espacios verdes más grandes de la ciudad. El parque se pusieron el nombre del presidente Omar Torrijos, él quien firmó los tratados Torrijos-Carter para reclamar tierra panameña de los Estados Unidos en 1977. El parque sí mismo es un cambio refrescante del tráfico y estruendo del resto de la ciudad, especialmente porque la ciudad carece de parques. He oído un gran hombre describir el parque como el “Central Park” de Panamá, y estoy completamente de acuerdo. Adentro hay un jardín de esculturas, canchas de fútbol y baloncesto, mesas de tenis, máquinas de ejercicios y un camino de 7 kilometres que abraza el perímetro del parque. El ambiente es ánimo. Se puede oír el piar de los pájaros en los espacios más callados y la música a todo volumen en el área de fiestas. Sería altamente recomendado ir al parque por lo menos para escapar la expansión urbana que es la Ciudad de Panamá.

Más tarde del mismo día fui a la Ciudad de Saber para asistir el decimocuarto Festival de Jazz. El concierto fue al aire libre y consistió de actos de todos lados del mundo, incluso dos grupos estadounidense. El enfoque de este festival fue la apreciación de Violeta Green, una vocalista panameña de jazz que lanzó a Panamá en la escena de Jazz. Ella nació en la Ciudad de Panamá el 15 de junio de 1931. En su infancia siempre estaba rodeada por música: su madre tocaba el piano, su padre era clarinetista y su hermano tocaba los tambores. En la década de 1950 empezó a ganar impulso hasta la década 1960 en cuyo punto su mezcla única de ritmos caribeños y melodías panameñas le impulsaron al escenario internacional. La banda que realizó sus canciones fue muy bien en parte porque las canciones sí mismas son excelentes. Aunque el festival no fuera gratis yo asistiría de todos modos porque me gusta mucho el género de jazz. Los presentadores del festival nos dijeron algo al fin de la noche que ha permanecido conmigo: que el jazz es el enlace que nos conecta a todos, ni importa de dónde venimos ni que etnicidad o religión somos.

Vivo en Las Mercedes, un barrio situada en El Dorado con una población compuesta mayormente de chinos. Cada mañana en ruta a la universidad les vi a las madres y abuelas chinas bailando en el parque, y cada vez les paso quiero hablar con ellas sobre sus historias y por qué están aquí en Panamá. Esta semana al regresar de clases había una en frente de su casa trabajando en el jardín, una oportunidad perfecta para aprender más sobre la comunidad china en Panamá. No aprendí su nombre verdadero, pero el que ella adoptó cuando llegó a Panamá es Josefina. Es una abuela pequeña de más o menos 65 años con piel bronceada debido al sol panameño. Josefina me dijo que llegó aquí hace 30 años con su esposo y su niño cuando él recibió una oferta para trabajar como contador en un banco. Al principio el cambio fue abrumador. No obstante, ella se mudó en Las Mercedes donde encontró una comunidad floreciente de chinos. De hecho, una de sus amigas ha vivido aquí por toda su vida porque su abuelo fue uno de los obreros que trabajó en el Canal de Panamá. Al fin, Josefina me dijo que, por lo general, la comunidad china está tratada bien en Panamá porque el pueblo panameño sabe de las contribuciones importantes y sacrificios grandes que han hecho los chinos para el desarrollo de Panamá.

El servicio de la semana pasada fue bien. Jugué mucho fútbol y un poco baloncesto, pero los chicos pequeños no tienen la concentración ni fuerza para jugar un partido completo. En el miércoles hubo una lucha, por lo mayor parte verbal, entre un grupo de chicas. Yo no sabía qué hacer para tranquilar la situación, entonces para la semana que viene voy a leer el artículo que Profesor Cubillos nos envió sobre tratando con mal comportamiento. También, intento a empezar un partido de baloncesto con los jóvenes. Esta semana fue la primera donde los chicos de 14 hasta 17 años de edad salieron de sus casas e interactuaron con nosotros. Además, parecía que expresaron interés cuando les preguntamos si querían jugar. Espero que sí, porque al final de este viaje voy a ser permanentemente agotado de jugar fútbol, palabras que confirman que no soy latino.

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