Todavía he tenido muchas aventuras en Panamá. Por ejemplo, ayer fui (con Caitlin, Tyler y Katie) a unas islas de San Blas donde aprendí que San Blas contiene 365 islas, pero la gente indígena, llamado los gunas, solamente vive en 49 de las islas. Nuestro conductor era un guna (un tipo de la gente indígena en Panamá) que se llama Pacífico. Pienso que su nombre es irónico porque San Blas está al otro lado de Panamá, en el Atlántico. Pues, Pacífico es muy interesante porque él nos dijo algunos de sus tradiciones y costumbres durante nuestro viaje. Algo que me fascinaba de él es que los gunas comen muchas iguanas durante febrero, marzo e abril. Pero, a él no le gusta la iguana porque se necesita masticar mucho y a él le disgusta el sabor. También aprendí que Pacífico era policía de la frontera por ocho años (más o menos) pero se aburrió y quitó su trabajo. Pacífico nos dijo que él pasó un año en Haití trabajando. Además, hace ocho años que es un conductor para los viajeros a San Blas. Es muy triste porque muchos de los gunas necesitan salir sus islas para encontrar trabajo en la ciudad o otros lugares porque no hay muchos trabajos en las islas a pesar de los del turismo. Pasamos muchas de las islas y pudimos ver la pobreza en muchos lugares. También él mencionó que en general hay una buena relación entre el gobierno panameño y los gunas, que no hay racismo en sus ojos. Es muy interesante porque creo que ya hay algún racismo en los Estados Unidos. Era un privilegio hablar con Pacífico y aprender sobre los gunas por uno de ellos.
Llegamos a una de las islas en San Blas después del viaje que exigió dos horas por carro (Jeep 4×4 con Pacífico) y una hora por taxi de agua (con otros gunas). Cuando tomamos el taxi de agua para ir a la isla, conducimos contra las olas. Por eso, el viaje era un poco peligroso, pero llegamos y regresamos sin problemas. La isla era muy pequeña pero muy bonita. El paisaje es como algo de un sueño, con muchas palmas, las hamacas para descansar, una buena clima y agua tan claro como un cristal. Me encantan las playas tropicales, y por eso, me disfruté mucho. En la isla nosotros nadamos, buceamos (y vimos muchos pescados de colores brillantes) y tomamos el sol. También comimos en el restaurante; comí pollo frito con patacones. ¡La comida era muy rica! Había una isla muy cerca de nuestra isla que tenía una piscina natural, pero no podíamos ir porque tuvo problemas con la marea. ¡Qué lástima! Pero ya valía la pena (y el dinero) si solamente para ver la isla perfecta.
El paraíso de Panamá está en San Blas.
También tuve varias aventuras de otros enfoques hace que llegué a Panamá. La semana pasada, nuestro grupo fue a un centro para niños que no tienen familia o que viven en casas peligrosas, donde hicimos servicio comunitario. El primer día era abrumador porque había treinta niños emocionados en la piscina. Pero los otros dos días eran mejores porque no había tantos niños como el primer día y ellos estaban más tranquilos en general. En particular, conocí a Ricardo en la piscina el primer día cuando él y sus amigos no obedecieron mis reglas por correr alrededor de la piscina. Entonces el próximo día cuando regresé, nadé con Ricardo y sus amigos para conocer a él. Su conducta mejoró mucho, y por eso estaba muy orgullosa. El último día, les enseñé a ellos bajar del golpe mejor porque cuando era niña, era parte del equipo de natación por 8 años. También, trabajé como salvavida por uno verano, y yo nado bién. Después de su lección, los niños (incluyendo Ricardo) y yo competimos en nadar. Todos se disfrutaron porque a los niños les encanta nadar y competir.
¡Adios!